Ya termina el verano. Sólo quedan algunos días, pero las playas, piscinas y balnearios están casi vacíos o cerrados. La rutina de marzo llegó para quedarse. Lo bueno es que nos quedan los buenos momentos vividos, esos recuerdos que son para siempre.
Este verano 2017- 2018 lo recordaré por su especial preocupación por el turismo inclusivo. Como nunca antes se habían generado tantas acciones para que las personas con discapacidad disfruten de sus vacaciones.
Este es el resultado del trabajo de muchas organizaciones, instituciones y personas, muchos de ellos llevan varios años en el tema, otros comenzaron hace poco, pero sumados hacen que este verano sea para recordar.
Los medios, sobre todo regionales, destacaron como sus balnearios incorporan medidas de accesibilidad para personas con discapacidad, relevando como esto se vuelve un elemento más para la promoción del turismo.
Claro, porque la gran mayoría de las personas con discapacidad viajan acompañadas, sobre todo si es turismo dentro del país, se viaja en familia. Por tanto, esas familias preferirán un lugar donde todos y todas puedan disfrutar.
Este año destaco a Coquimbo, en la región del mismo nombre. Me hicieron llegar fotografías de las instalaciones inclusivas que tenían en la playa: sillas de ruedas anfibias y camino de madera sobre la arena, lo que permite a muchas personas llegar a la orilla de la playa con facilidad.
Además, en esta comuna generaron la primera línea de restaurantes inclusivos en el sector de Peñuelas, con cuatro locales que se sumaron a esta genial iniciativa. Y como broche de oro, cuenta con una oferta de deportes náuticos y extremos adaptados, donde se incluye surf, buceo, kayak y parapente, este último lo realiza la empresa Parapente Yanay.
Espero que más comuna se sumen el próximo verano, ya sea consolidando las medidas tomadas esta temporada, como nuevos espacios inclusivos en más ciudades y lugares turísticos de nuestro largo y extenso país.