Viaje Accesible: Turisteando sola por Estados Unidos

Siempre he querido hacer varias cosas por mí misma, cosas que en las que necesito cierto tipo de asistencia, pero que sé que con esfuerzo, convicción y varios ajustes razonables puedo lograrlo. Una de estas cosas era tomar vacaciones en el extranjero sola y este año se dio la oportunidad.

Junté plata y comencé a planear lo que sería, hasta ahora, una de mis grandes aventuras de la vida: ir de vacaciones a Estados Unidos. El destino elegido fue Seattle, ciudad donde tengo
una muy buena amiga, que me dio alojamiento (ajuste razonable) y la seguridad de que ese lugar era el indicado.

Es cierto que ya fui una vez sola a Estados Unidos, pero fue con objetivo específico y muy corta, que no alcancé a ir a otros lugares que no fuera el centro de Austin, Texas. Además, tenía mucho apoyo y sólo estuve sola en los aeropuertos, que finalmente son trámites y esperas, largas esperas. Lo bueno es que este viaje me dejó con visa turista (un trámite menos) y más ganas de poder ir a ver a mi amiga en Seattle.

Una vez que estuvieron listos los pasajes y aumentaba el entusiasmo, se sumaron dos ciudades al itinerario: San Francisco y Portland. Ahí fue cuando este viaje se tornó más grande y sumó desafíos a la aventura. Ir a San Francisco era diferente que ir sólo a Seattle, una gran ciudad y con muchos lugares que visitar, e ir a Portland significaba estar sin conocidos ni nadie de asistencia a dos horas de viaje en auto (mi máximo de seguridad).

El 2 de agosto partí en la aventura, me fueron a dejar al aeropuerto mi mamá y mi sobrina. Partí confiada en que resultaría bien y así fue. Llegué a Seattle el miércoles 3 de agosto, con tres horas menos de diferencia y más de 15 horas de viaje.

Exhibición de Nirvana en el Museo de la Música en Seattle

La ciudad es hermosa, ordenada, ecológica y rodeada de verde, mucho verde, tal como me gusta. Allí aprendí a usar los buses (micros) y moverme con Google Maps (usando wifi gratis), que es lo más complejo cuando uno vive de rutinas y rutas aprendidas. Reconocí terreno y me di cuenta que Estados Unidos no es 100% accesible, como varios creen, sino que tiene sus fallas, algunas las reconocen y otras no.

EjeSpace Needlemplo de su accesibilidad a la estadounidense es el Space Needle, la torre mirador ícono de Seattle, a la que se puede acceder bien en ascensor, pero una vez arriba te das cuenta que para salir al mirador no es sólo abrir una puerta, hay que bajar cuatro peldaños y no hay ninguna salida con rampa. Su solución para las personas en silla de ruedas es la asistencia. También hay museos con lugares sólo con escaleras y las puertas de los lugares son siempre se abren solas, claro que para las puertas tienen botones para que se abran.

Ya ambientada con mis días en Seattle, partí a San Francisco. Allí también contaba con alojamiento de una amiga, así que era un riesgo calculado, aunque no estaba en el propio San Francisco, sino que en Berkeley y tuve que viajar en metro.

Mi primer destino fue el puente Golden Gate, un lugar que es accesible. Fui sola, tomé dos buses (micros) y listo, ahí estaba. Realmente impresionante. Muy grande y lleno de gente, de todos los lugares del mundo. Primero fui hasta los miradores (donde hay rampas de acceso) y luego me decidí a caminar por un pedazo del puente. Todo es muy ordenado, la vereda está divida en dos: para personas caminando y para ciclistas, así que me fui por donde me correspondía y sólo el viento hizo que no siguiera más rato. Era un viento fuerte y frío, que aunque era un día soleado, calaba los huesos. Para mí el hecho de estar ahí y haber caminado un rato fue un gran logro, un hito importante del viaje, refleja fielmente lo que quería con este viaje, atreverme a ir sola a lugares donde no manejo el idioma y no tengo una red de apoyo, ni siquiera llamando a alguien por teléfono, sólo confiando en que podría hacerlo.

Vista del puente Golden Gate en San Francisco

Y si a este hito le sumamos el viaje a Portland, el viaje fue solo ganancia, recuerdos e historias para contar a los sobrinos nietos.

En Portland no tengo amigos ni nadie conocido que me ayudara, así que desde el arribo al aeropuerto comenzó la aventura. Si bien la prueba de viajar sola de alguna manera ya estaba desbloqueada, en esta ciudad tenía que probar mi inglés y atreverme a hacer cosas, porque no era simple salir sin red de apoyo.

Estuve un día y medio en Portland, donde conocí el centro y lugares iconos, comí comida etíope en una plaza conversando con unos gringos que sabían algo de español y recorrí sus calles sin preocupaciones, dándome cuenta que había logrados viajar sola.Letrero "Portland, Oregon" con un ciervo

Ya de vuelta en Seattle y meditando sobre estos días me di cuenta de otro factor importante que hacía más fácil el viaje, además del orden de las ciudades, es el respeto que existe entre las personas, porque allá no me miraban raro ni cuestionaban mi capacidad. Era fácil caminar sin que la gente se quede mirando, como pasa por acá en Chile.

El trayecto de vuelta fue largo y agotador, pero cargado de logros desbloqueados, nuevas experiencias e ideas, todo comenzar a planear nuevos viajes, no sé dónde aún, no sé si será sola o acompañada, mas sé que puedo emprender aventuras por conocer nuevos lugares del mundo.

Vista de San Francisco desde el parque Dolores